Los Muertos (1984, de G. Orwell)

 

Los pájaros cantaban; los proles cantaban también, pero el Partido no cantaba. Por todo el mundo, en Londres y en Nueva York, en África y en el Brasil, así como en las tierras prohibidas más allá de las fronteras, en las calles de París y Berlín, en las aldeas de la interminable llanura rusa, en los bazares de China y del Japón, por todas partes existía la misma figura inconquistable, el mismo cuerpo (el de los proles) deformado por el trabajo y por los partos, en lucha permanente desde el nacer al morir, y que sin embargo cantaba. De esas poderosas entrañas nacería antes o después una raza de seres conscientes. «Nosotros somos los muertos; el futuro es de ellos», pensó Winston. Pero era posible participar de ese futuro si se mantenía alerta la mente como ellos, los proles, mantenían vivos sus cuerpos. Todo el secreto estaba en pasarse de unos a otros la doctrina secreta de que dos y dos son cuatro.

— Nosotros somos los muertos — dijo Winston.

— Nosotros somos los muertos — repitió Julia con obediencia escolar.

— Vosotros sois los muertos — dijo una voz de hierro tras ellos.

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Sobre 1984, de George Orwell

Puede leerse perfectamente como una historia de terror. Yo creo que es la obra de terror de nuestro tiempo, junto a las jocosas pesadillas de Kafka. Nuestra gran novela gótica (vosotros sois los muertos). Y sin duda la mejor de las distopías. Y es que está hecha con todo el miedo y la sangre de la época. Es un discurso político, sí, pero pocas veces la política, la advertencia, el avistamiento y la profecía habian tenido un poder tan fuerte y directo, una más angustiosa capacidad para abrirse camino de un hachazo hacia la conciencia y romper el mar helado. Ese que según Kafka llevamos adentro.

Surge la poesía, brota increíblemente, como hierbajos entre los tablones de un suelo sangriento. Se rompe el pisapapeles que es una esfera y una metáfora y se rompe contra ese suelo y esa sangre. Se rompe la esfera y se esparce el contenido. Y se rompen los personajes, Winston y Julia, y el lector se rompe.

Al final, uno de los mayores desasosiegos que la literatura pueda dar. La sospecha de que el solipsismo y Berkeley y O’Brien y El Partido Interior estén en lo cierto. Si todo es un producto de la mente, si la verdad no es más que una construcción cultural y social, ¿existe entonces realmente dicha Verdad? Yo creo que sí, que no es sólo una construcción, sino unos cimientos, pero esa certidumbre ha temblado durante la lectura, para luego recuperar su equilibrio. Mi certidumbre ha temblado, y creo que la de muchos lectores. Que una novela, un simple texto, hoy dia te haga temblar es algo insólito, increíble. Reseñable.

Una distopía (Farenheit 451, A Brave New World, 1984, La Posibilidad de una Isla) siempre es una exageración. Las sombras son ahí inimaginablemente densas. Pero hay que pintar el cuadro con esos oscuros: sólo así se abre camino el impacto. Las sombras pueden ser más furtivas e inciertas fuera de los libros: ahi está el peligro, que no se las vea en la Realidad, bajo el chorreante sol de la vida cotidiana. Hay totalitarismos muy sutiles, en el mundo real, ahí en esa luz. Pero cuando la verdad queda reducida al insultante periodismo declarativo, a los textos volátiles, al entramado verbal que puede hacerse y desahacerse: ahí están las sombras. El lenguaje reducido a laneolingua de la corrección política (recien llegados, daños colaterales, violencia). El idioma escamoteando miserias e infamias, el idioma desmantelado. Orwelliano tout court. Esa libertad proclamada e ilimitada o el crecimiento económico insistente que jamás (o muy raramente) se visualiza fuera de las pantallas. Las mentiras, bref. Igual que en la Oceanía que soñó el aterrado Orwell.

Una gran obra no lo es sólo por la limpidez y honestidad de su mensaje. Orwell sabía muy bien de lo que hablaba. Sabía muy bien de lo que hablaba cuando se refería a la tramposa neolingua y su poder reconvertidor de lo real, a la caprichosa reconstrucción del Pasado, al Ministerio de la Verdad y la manipulación (y sus sutiles trasuntos de nuestro mundo cotidiano), la falsedad como norma, los vastos gregarismos, los tótems ideológicos que ahogan la crítica, la dilución del individuo en nombre de las gloriosas abstracciones. Orwell vio, y muchos antes de él, la necesidad (desde la perspectiva del sistema) de mantener al hombre en un estado nunca demasiado alejado de la pobreza, el infinito sometimiento al trabajo (imprescindible método de control social) y a la ebriedad política, el (buscado) embrutecimiento intelectual de las masas (los proles).

¿Podrán soñar los postmodernos relativistas con un profeta mayor que O´Brien o una Biblia y texto fundacional como 1984?

Un destello en medio de la negrura relativista, destello que se filtra en la historia narrada por Orwell: para la guerra, para la acción y la supervivencia (en situaciones límite) de los Estados no queda mas remedio que reconocer que dos y dos son cuatro. No queda más remedio. Por mucho que la Filosofía y la Política puedan en un momento dado jugar a que son cinco, insistir en que son cinco, jugar al sueño o al solipsismo.  Hay momentos en los que hay que abrir los ojos, que ponerse serio. Eso puede leerse en el texto del oculto y encarnizado enemigo del Gran Hermano y del infernal Estado Oceánico. ¿Hay ahí tal vez una posible fisura -o su esperanza- en el monolito argumentativo de O´Brien?.

Cuando acabé la lectura me pregunté qué sería de Winston Smith y de Julia, (lo que me sucede con poquísimos libros), si la derrota era real y definitiva, o el discurso de O´Brien dejaba resquicio. Si esa Sociedad tan inconcebiblemente inhumana sería tan inamovible, si la Historia podía en efecto congelarse de ese modo, o el ser humano congelarse así con ella. La pregunta del lector sobre los personajes y su destino, al cerrar el libro. Eso sólo pasa con las grandes obras, esas que son algo más que una construcción verbal, esas que son algo vivo y que nacieron de alguna desdicha permanente de su autor.

Como Musil, como Bloy o como Kafka, George Orwell escribe desde el vigor y la obcecada denuncia. Política en el caso de Orwell, moral en los otros. Que lo escuchemos o no -victimas y verdugos, que acaso se confundan- eso ya es otro cantar.

11 comentarios sobre “Los Muertos (1984, de G. Orwell)

  1. Sobre la verdad… uff, menudo tema. Mi próxima disección de Kiliedro habla sobre esto. Yo creo que sobre la verdad es más fácil saber lo que desde luego ni lo es ni se le acerca que lo que es verdadero. Dice Jünger que lo verdadero no puede ser algo demostrable, y añado yo que tampoco puede ser conocido totalmente.

    Grandioso libro, por cierto, el de Orwell. Vi el otro día en el reportaje de Jon Sistiaga para Cuatro, ese sobre Corea del Norte (puede verse en el You Tube, y lo recomiendo mucho) que en la enorme biblioteca de Pyongyang no tienen ‘1984’. Curioso, ¿no?

    saludos

  2. La Verdad: uno de mis caballos de batalla, y uno de mis objetos de estudio. En una época en que quienes ostentan el poder intelectual y moral proclaman que la verdad es un relativismo, una construccion. Algo que puede hacerse y deshacerse a voluntad (a voluntad del poder, me imagino: de quienes tienen el poder económico y político-mediático).

    Puede que la Verdad tenga los contornos borrosos, no digo que no. Puede que esos contornos sí sean elaborables a voluntad: por la mente humana y por nuestra sensibilidad o nuestra vida emocional, tan cambiante. Pero el corazón de la verdad, su núcleo, aquello que está más acá de esas brumas periféricas, del contorno borroso: ahí está lo indestructible, lo inmoldeable: el núcleo de la verdad. La verdad. Los hechos, su solidez. Roma venció a Cartago y no Cartago a Roma.

    Tengo la sensación de que una de las claves del insistente y absurdo desprestigio (y ese sí: construido) de la Ciencia y sus desarrollos es que demuestran que la verdad (y los hechos y lo inamovible y lo no reconstruible) existen. Y lo que puede sacarnos del laberinto de las mentiras y de la confusión intelectual y moral en la que quieren sumirnos es justamente el método científico: método aplicable no sólo a la Ciencia Natural sino al simple y humilde tejido de nuestra realidad cotidiana.

    Decía el maestro Eduard Resbier, excelente comunicador y psicólogo, en uno de sus cursos del colegio de farmacéuticos: «debeis ser científicos en vuestro dia a dia, en el manejo de vuestra vida y relaciones, y no sólo en el laboratorio.» Esto es lo último que el Poder desearía.

    1984. Hay muchas maneras de sepultar un libro: escondiéndolo, escamoteándolo como en Corea del Norte. O bien colocándole encima un mentiroso foco, como en Occidente. «1984 ha fallado -van diciendo mandarines y plumíferos- Orwell se equivocó. Nos salvamos del totalitarismo. Nuestro mundo es libre y rico y magnífico».

    Eso dicen. Los plumíferos. Su aporte al magma de mentiras.

    Aqui también nos han retirado a Orwell. Aunque 1984 pueda hallarse hasta en la más recóndita biblioteca municipal.

  3. No te contesto ahora a lo que dices sobre la Verdad porque creo que te contestará mejor la disección de Kiliedro, que sale mañana. Es feo esto de hacerse autopropaganda, pero creo que puede interesarte (me sitúo más allá de ciertos relativistas pero también de simplistas como harry Frankfurt).

    1984: una de las mentiras más obscenas vinculadas a este libro es que muchos quieran olvidarse que Orwell lo escribió inspirándose en las sociedades comunistas, sobre todo en la URSS.

  4. Hola,

    El llistat de blocs de la Penedesfera ja té més de 100 blocs agregats i ha arribat el moment que passi de ser només una llista per a convertir-se en una veritable comunitat. El proper dissabte 16 de febrer farem a Gelida la reunió constituent de la xarxa de blocaires del Penedès. Et convidem a venir i participar-hi. Tens més informació a http://www.danielgarciaperis.cat/2008/02/07/reunio-de-la-penedesfera.

    T’agrairíem que difonguessis la notícia el màxim possible a fi que blocaires que potser no són encara al llistat poguessin conèixer i sumar-se al projecte.

    Salut!

  5. Hola,

    Tant tu, com a blocaire de la Penedesfera, com tots els lectors d’aquest bloc sou convidats a les primeres Jornades de la Penedesfera a Gelida, aquest divendres 13 i dissabte 14 de juny. Podeu consultar el programa complet d’activitats al web de la Penedesfera http://www.penedesfera.cat.

    Si vols rebre les informacions de la comunitat de blocaires de l’Anoia, l’Alt i el Baix Penedès i el Garraf per correu electrònic envia’ns un e-mail a penedesfera@penedesfera.cat

    Salutacions i ens veiem a Gelida!

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